Los jueves relato: La curiosidad...
07/11/2012 - El sobre secreto
Nos conocemos desde hace más de
quince años, el tiempo que llevamos trabajando juntos. Él, Emil, es… mejor
dicho… era mi jefe, yo, su fiel empleado. Nada más. La realidad más evidente
es que, a pesar de los años trascurridos, apenas nos conocemos. Todos estos
años nos hemos tratado con corrección y respeto, pero sin ningún atisbo de
amistad que pudiera romper la relación laboral. Emil siempre lo dejó bien claro
desde el principio y así lo mantuvo siempre.
El ejemplo más claro de la
falta de confianza entre nosotros se ha dado durante los últimos meses. Todos
los días Emil abría la caja fuerte que se encuentra en su
despacho y, tras recoger el sobre que había colocado el día anterior, colocaba
uno nuevo. Al principio era de vez en cuando, pero pronto fue a diario. Así todos los días, sin faltar ninguno, recogía el viejo, lo destruía y depositaba el nuevo, lo curioso es que no
siempre lo llevaba él encima, a veces lo traían y otras salían misteriosamente de algún cajón.
Al principio no le di importancia, me parecía el juego absurdo de un viejo
inútil, pero con el discurrir de las semanas, y al ver que el continuo cambio
de sobres no cesaba, empecé a pensar que algún gran secreto se traía entre
manos. Pensé en amantes y en sobres de dinero negro, también que quizás querría
despedirme y estaba recopilando nombres de candidatos, pero rápidamente lo fui
descartando todo, nada de aquello tenía sentido. Esos sobres secretos tenían
que contener algo muy importante y sin duda ilegal. Nuestra pequeña empresa se
dedicaba a la coordinación de transporte logístico entre países. Si, algo de
eso debería de ser. La cuestión es que poco a poco se fue apoderando de mí una
enorme curiosidad, que yo mismo sentía que se estaba convirtiendo en patológica.
Nunca le pregunté directamente por el contenido de esos sobres, Emil era muy
estricto en este asunto y no me hubiera permitido semejante intromisión en su
privacidad. Más de una vez me lo había dejado bien claro, pero mi intriga iba
más y más en aumento y ya era algo que difícilmente podía controlar.
Cuando al poco tiempo se empezó
a rumorear que una siniestra plaga en forma de virus se extendía
inexorablemente por el planeta, llegué a la conclusión de que en esos sobres
estaría la clave de la enfermedad, y quizás de la curación. Busqué las mil y
una formas de hacerme con la combinación de la caja fuerte. Le espiaba,
intentaba ver el movimiento de sus dedos al pulsar las teclas, aprovechando
sus ausencias probé cientos de
combinaciones, pero todo fue inútil. Finalmente tuve claro que únicamente me
quedaba una solución.
Ahora Emil esta sentado en la
silla de su despacho, el cuerpo reposa inclinado sobre su mesa y encima de sus
brazos se acomoda su cabeza, pareciera que ha decidido tomarse un descanso,
pero en realidad está muerto, un hilillo de sangre resbala desde su sien hasta
el suelo y un gran charco ha empezado a formarse inundando parte del suelo.
Rápidamente me puse manos a la
obra. Tenía que hacerme con la combinación y acceder al sobre como fuera.
Busqué por toda la oficina, en cajones y armarios, entre los libros, incluso entre
sus propias ropas algo que me diera alguna pista sobre la clave, pero todo fue
inútil. La impaciencia y la intriga me consumían, entonces recordé esos chismes
de láser verde que permiten ver las huellas marcadas. Busqué por toda la ciudad
alguna tienda que los tuviera. La ventaja de vivir en una ciudad fantasma y devastada
era que todos los comercios estaban accesibles para coger todo lo que uno
quisiera, la desventaja consistía en que yo no era ningún experto en cuestiones
tecnológicas y prácticamente no había nadie a quien preguntar. Finalmente lo
encontré. Al pasarlo por la tableta de dígitos de la caja comprobé con horror
que todas las teclas estaban marcadas casi por igual. El despreciable de Emil
probablemente cambiaba la cifra cada poco. Creí morirme, pero me negué a
desistir. En la combinación de esos números estaba sin duda la clave y el
acceso al conocimiento para la curación de la Muerte Dulce.
Empezando por el número 1 y de
manera metódica y ordenada empecé a probar combinaciones posibles. Ahora llevo treinta
y dos horas probando infinidad de variantes numéricas. No he comido, ni he
dormido, tengo los dedos entumecidos y la cabeza embotada, pero ahora ya es
algo más que paranoica curiosidad, ahora me va en ello la vida, hace más de quince
horas que he comenzado a tener los síntomas que llevan a la inevitable muerte
dulce. El cosquilleo en manos y pies empiezan a ser casi insoportables... ¡Un
momento!, ¡he escuchado un clic! Si… la caja por fin se ha abierto, río a
carcajadas entre saltos de alegría, estoy tan frenético que a punto estoy de
resbalarme con el charco de sangre que inunda la habitación, pero lo conseguí y
eso es lo que importa. ¡Ahora si que estoy seguro de que me voy a curar! Miro
entre la enorme pila de folios llenos de números la anotación de la combinación
que la ha abierto: 7,2,9,6,3... ¡¡¡no me lo puedo creer!!! el muy canalla no tuvo mejor
idea que colocar la fecha de mi propio nacimiento. Ahora más que nunca, me
alegro de que esté muerto. ¡Que se joda!, no se merecía otra cosa.
Con cuidado, el que me permiten
mis temblorosas manos, cojo el sobre y, con toda la meticulosidad de que soy
capaz, lo abro. El corazón parece que me va a estallar, pero aun me quedan ocho
horas para que eso ocurra y quizás la solución la tenga en mis propias manos.
Abro el sobre. En su interior
hay únicamente una hoja, está escrita de puño y letra por Emil, dando un
profundo suspiro empiezo a leer:
“¡Diantres Dominic, te ha costado! Si estás leyendo esta carta
significa que finalmente has conseguido abrir la caja fuerte y que yo estoy
muerto. Como es improbable que haya sido a consecuencia del virus de la muerte dulce,
eso significa que tú mismo me has matado. No te preocupes, lo esperaba. Hace ya
varias semanas que el sobre que coloco tiene este mismo mensaje. El otro, el
que de verdad te interesa, ese que te hace rumiar despierto, ese que te está
consumiendo de dudas, ese que piensas que te puede ayudar a librarte de la
plaga mortal. Ese sobre hace ya varias semanas que dejé de colocarlo aquí. Ya
no era necesario. Fue el mismo día que me diagnosticaron un cáncer de hueso que
acabará conmigo de una manera dolorosa en cuestión de meses. Pronto no habrá
ni médicos ni nadie que me ayude a aliviarlos. Por eso, consciente de tu
estupidez y de tu avaricia, me inventé este juego del sobre, sabiendo que tarde
o temprano te dejarías llevar por tu intrigante curiosidad y acabarías conmigo.
Sin duda nos veremos en muy poco tiempo. Si es en la Puerta de San Pedro nos
saludaremos como viejos conocidos y lo celebraremos, si es en la entrada del
Infierno, maldeciremos nuestro destino. Pero si nuestros caminos son los
opuestos, veré la manera de mandarte un querubín o algún ángel de la oscuridad
para que te de conocimiento del contenido real del sobre que tanto te ha intrigado
todas estas semanas. Si nada de todo esto existe… lo siento mucho por ti. Adiós
Dominic”
Emil Hubs
Ahora, sentado aquí en el frío suelo y con la carta estrujada entre mis manos, sólo espero el final. Únicamente tengo un deseo, que no exista un después. No podría soportar su risa por toda la eternidad.
Más historias llenas de curiosidad en casa de Tere
Hola amigo Vicente: Estoy viendo que tu solito te bastas y te sobras para, escribir impresionantes relatos de LA MUERTE DULCE. De veras, te lo digo. me sorprendes cada día, con tus textos, impecablemente escritos y de originales temas. Te felicito muy cordialmente, y te mando una abrazo
ResponderEliminarHola José Vte, vaya, me ha encantado, curiosidad e intriga hasta el final. Es buenísimo, a mí me encantan las novelas y las pelis policíacas y de intriga, crecí leyendo a Agatha Christie, tengo todos sus libros,de hecho escribí un relato el otro día que pretende ser un pequeño homenaje a ella y sus diez negritos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leerte.
Gracias por curiosear conmigo.
Un beso enorme.
Vuelto a leer mi opinión no ha cambiado: Genial!!!
ResponderEliminarGracias de nuevo y más besos.
Que buen relato.
ResponderEliminarLa intriga, esa curiosidad que va creciendo hasta desquiciarse.
El texto te atrapa y te adentra hasta el final.
Me encanto.
Un abrazo.
Realmente fantástico. Una intrigante historia muy bien narrada, como siempre lo haces.
ResponderEliminarUn buen final con ese toque de humor..."no podría soportar su risa por toda la eternidad".
Un beso.
Aún siento más miedo de Emil que de la curiosidad del propio Dominic. Tal vez el deseo de conocer y saber más sobre la muerte misteriosa ha sido del asunto que más se ha investigado y se explora actualmente, intentando superarla encontrando la solución y el alivio al dolor y sufrimiento que produce, sobre todo en los demás. Siempre es un placer leerte José V., me gustó mucho este relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha encantado tu relato. Intriga y tensión desde el principio hasta ese genial final inesperado. Un placer leerte en una crónica más de la muerte dulce.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Introduces el tema propuesto este jueves en las crónicas, buena mezcla. Intriga, suspense y mucha curiosidad de por medio. No se cual de los dos protagonistas es más temible.
ResponderEliminarUn abrazo.
ya dicen que la avaricia rompe el saco. Desde luego que se la dio con queso.
ResponderEliminarUna historia que te atrapa de principio a fin.
Un abrazo
Excelente relato José Vicente, donde se ponen de manifiesto varias de esas actitudes humanas que a veces llevan a finales poco queribles. La curiosidad, la desconfianza, la venganza, el engaño, el tratar de obtener respuestas al costo que sea... en fin, no paro de encontrar palabras para definir tantos sentimientos que bien se guardan en esta historia. Destinos predecibles, destinos inesperados...
ResponderEliminarUn gusto leerte!
Besos: Gaby*
Wommm !!!
ResponderEliminarvaya historia, que relato me ha impresionado...
curiosidad, avaricia, desconfianza... todo tipo de actitudes que los seres humanos tenemos y el cual nos hace ver el lado más oscuro de nosotros mismos frente a los demás... EXCELENTE RELATO !!! de seguro que la curiosidad puede sacar tanto lo mejor o lo peor de nosotros eeeee !!!!!
Wommm !!!
ResponderEliminarvaya historia, que relato me ha impresionado...
curiosidad, avaricia, desconfianza... todo tipo de actitudes que los seres humanos tenemos y el cual nos hace ver el lado más oscuro de nosotros mismos frente a los demás... EXCELENTE RELATO !!! de seguro que la curiosidad puede sacar tanto lo mejor o lo peor de nosotros eeeee !!!!!
José no me queda otra cosa más que felicitarte!!! Tu forma de escribir es una maravilla, se nota que sos un escritor con todas las letras y dones que hay que tener.
ResponderEliminarLa historia es impecable, se deja leer con ganas, y llena al lector de ansiedades, se vive la escena, es genial!!! La verdad me sorprendiste con el enfoque que le diste al tema de este jueves, y con este tremendo relato.
Un abrazo enorme!!!
Impresionante historia, es un secreto dentro de otro secreto y cosas sin develar sin dudas. Un gran enigma para cualquier lector que da alas a la imaginación y a conjeturar posibles palabras dentro de sobres lacrados. Excelente aporte, saludos
ResponderEliminarHola José Vte.
ResponderEliminarHe leído este fantástico relato a las 7 de la mañana de hoy lunes 23 de julio.
He estado unos días fuera.
Me ha gustado, a veces la curiosidad tiene malas consecuencias, lo has plasmado muy bien.
Te mando un abrazo, Montserrat
Me gusta mucho este relato Jose Vte. que tiene tanto de siniestro y atrapante, sin dudas ha atrapado a tu protagonista en un laberinto de curiosidad mortal, el desenlace es brillante.
ResponderEliminarAbrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, no podía parar de leerlo y el final me ha sorprendido muy gratamente, no lo esperaba.
ResponderEliminarHace tiempo que no entraba e intentaré ponerme más o menos al día en cuanto pueda.
Saludos a todos.
En tu cabeza anida mucha curiosidad como para escribir un relato tan atrapante, como ese sobre que todos los días aparece.
ResponderEliminarMe hiciste acordar de esa frase "es un caza curiosos". Y vaya si supo cazarlo.
Un disfrute leerte, amigo.
(Estoy saboreando DESPERTARES con lentitud, tratando de captar la esencia y guardarmela en el alma)
besos