25/09/2012
Día de mi Lúgubre Jubilación
Es increíble como ha pasado todo, en tan poco tiempo como ha
ido acelerándose la marcha de los míos, amigos y familiares... ¿y porque yo no?,
me pregunto... ¿cuando me llegará la hora del ataque a mi metabolismo?
Cuando mis hijos y nietos decidieron irse a la Ribera Maya a
disfrutar de todos los encantos que allí ofrece aquella tierra, sentí como si
algo por dentro se me rompiera; les pregunté el porque de esa decisión, ¿porque
tan lejos? aquí en España había muchísimas bellas playas y montañas donde podrían
disfrutar de la naturaleza viva...los niños eran muy pequeños aún y quizás no
lo recordarían pasados unos años...pero se fueron, se fueron con la ilusión de
vivir aventuras nuevas con la naturaleza salvaje de aquellas lejanas tierras
que, aunque mancilladas por la mano del
hombre, aún ofrecían algo de lo ancestrales que siempre fueron... y se bañaron
entre tortugas y delfines, en aquellas playas paradisíacas mejicanas donde
parece que nada puede pasar, pero si, claro que pasa, los terremotos son muy frecuentes
allí, por las placas tectónicas cercanas que hacen cambiar la faz de la
tierra. Pero la maldición estaba ya echada...no con sus terremotos y volcanes,
sino con ese virus letal que estaba acabando con el mundo entero... y ellos mis
hijos, no lo sabían, Vivian en su mundo "feliz" y se fueron en busca
de más felicidad, las distracciones y las visiones de otros mundos más
naturales que el que tenían aquí, trabajando desde que comienza el día, hasta
que cae la tarde, recogiendo y llevando a sus hijos del colegio a las
actividades y vuelta a empezar, un mundo esclavizado por mantener una calidad
de vida, que me pregunto si lo será, aunque ellos lo vivan felizmente.
Y lo consiguieron, si, consiguieron ver esas realidades de
otros mundos diferentes, dentro del mismo mundo, porque yo pienso que solo
tenemos un mundo, no hay terceros mundos porque sean más pobres que los
llamados del primer mundo...y ahí está la respuesta...todos somos del mismo
mundo, pobres y ricos, sanos y enfermos, ante una amenaza mortal como la que
estamos padeciendo.
Sus muertes allí, según me contaron las autoridades que
quedaban vivas, fueron de las más dulces, abrazados en la playa les sorprendió
la muerte, todos y cada uno de mi amada familia dejaron allí sus vidas, en
aquella tierra en donde la maldición Maya se estaba resarciendo de su
pronóstico necrófilo...quien pensaría que iba a sobrevenir la antigua maldición
Maya, por un virus y no por el cataclismo natural de volcanes y maremotos.
No me pesa no poder haberles visto, los recuerdo tal como
eran, alegres, inocentes, con aquel toque de felicidad inconsciente de que se
rodeaban. Yo cada día me debilito más, pero no sé porque no acaba ya mi
naturaleza de "doblar" ante tanta destrucción; a mi perro le pasa lo
que a mi, debe ser su fiel naturaleza hacia mi persona... vamos vagando
lánguidamente por los caminos, viendo el panorama cruento del que nadie escapa;
¿porque tengo que durar yo más que mis hijos? y ¿porque a mi perro no le ha
pasado ya, al igual que a otros animales?...¡¡ahggg, me ahogo, no respiro ¡¡ ya
llega por fin mi muerte, creo... me abrazo a mi perro que estaba mientras
escribía estas letras a mis pies y noto que su cuerpo esta tan solo tibio...
que alegría ya me llega el fin, y al menos me llega junto al más fiel hijo animal,
que me ha concedido la naturaleza ... y
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Veinticinco de septiembre de dos mil doce. Día de mi
Lúgubre Jubilación.
Ysupais, me ha gustado mucho esa desesperanza que refleja de manera constante el relato, la angustia que produce la sensación de sentir la soledad de ver como se va quedando sola.
ResponderEliminarEl párrafo final con la protagonista abrazada a su fiel hijo-animal es genial.
Muchas gracias por tu participación, me ha encantado.
Un abrazo fuerte
Hola Ysupais
ResponderEliminarCuanto amor y dolor en esta madre, has reflejado en tu relato.
Encantada de conocerte.
Enhorabuena.
Un beso, Montserrat
Hola Ysupais!
ResponderEliminarEsa familia murió con la felicidad de la ignorancia y esa madre/abuela aferrada a su mejor amigo.
Hay paz y descanso en tu muerte dulce, me ha gustado.
Un beso,
Muy bien escrito. No pare de leerlo ni por un instante. Amor, dolor, desesperanza, comprensíon.
ResponderEliminarUn abraXo!
Genial narrado.Me dejaste con un desazón y una ansiedad que solo produce el pensar en esa mujer que pierde a sus hijos...ostras!!Nunca unos padres deberían sobrevivir a sus hijos.Mill besitos
ResponderEliminarDebe ser terrible sobrevivir a los hijos y los nietos, creo que ya es una forma de muerte eso. Un relato triste y conmovedor, con un final que es el cierre de una crónica de la desolación.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Muchas gracias a tod@s por vuestras respuestas que, nunca pensé que pudiesen hacer sentir lo que me habeis comunicado.
ResponderEliminarUn abrazo.