martes, 14 de febrero de 2012

09/10/2012 - Último Calor





09/10/2012 - Último Calor

 


Después de ver la terrible situación en la que se hallaba la humanidad entera, de ver como los miembros de mi familia iban desapareciendo poco a poco y que, desgraciadamente y sabe Dios por qué, a mi no me afectaba aún el virus y de ver como la mitad de la gente del pueblo donde vivo estaba desapareciendo, decidí hacer una lista de cosas que debería hacer antes de que me tocase el turno, decidí que no podía morirme sin más, llorando por los que ya no estaban. Así que comencé a elaborarla.

Primero tenía que pensar qué era lo que más me apetecía, el sol, no podía esperar a la muerte con el paraguas en la mano, eso era impensable, así que cogí un coche, el más bonito que había en el concesionario, por supuesto morado, me fui a una tienda de bikinis, elegí los más bonitos, uno de rayas azul y blanco, de lentejuelas mates, otro colores tierra y los metí en una preciosa bolsa de playa con una toalla a juego.

Me hice con comida que no caducase, no sabía cuánto tiempo más iba a durar, así que tampoco llevaba demasiada solo para mantenerme con vida y no morirme de hambre, ya que sería gracioso en esas circunstancias, morirse de hambre, también podría hacerme con ella en cualquier lugar, por eso no habría problema, bueno pensándolo bien ni por eso ni por nada, todo estaba a mi alcance no había nadie más.
Lo metí todo en el coche y salí rumbo al sol, a la playa, tampoco había tráfico así que no tendría problema de perderme, tampoco sabía a dónde ir, así que la dirección siempre sería al sur, no habría problema.

Me sentía muy sola, de vez en cuando una lágrima rodaba por mis mejillas pero se lo debía a ellos, a los que dejaba detrás, ellos no habían tenido la oportunidad de elegir, pero yo sí, quizás fuese inmune, pero eso que más daba ya, si lo fuese, tenía muy claro que me suicidaría; a mí no me gusta estar sola, nunca me gustó, y menos esa soledad tan terrorífica, ser la única persona del mundo, que estuviese viva, traté de quitarme eso de la cabeza, porque solo el pensarlo me daban escalofríos.

Hace como un mes que comenzó todo y cuando supimos la gravedad de lo que estaba pasando, pensé egoístamente que yo quería ser la primera en caer, que yo no quería sufrir la perdida de los míos y como una broma macabra los vi caer de uno en uno, la muerte era dulce y sin sufrimiento para ellos, pero ir viendo como caían, fue la peor pesadilla y se cumplió íntegra.
Según iban pasando los días y se iban sucediendo las muertes, llegó un momento que ya no quedaban lágrimas y era tanto el dolor que dejo de doler, es increíble la capacidad de supervivencia de la mente humana o dejas de darle importancia o te vuelves loca, y allí me encontraba, yendo al sur, al sol, a bañarme en la playa porque se me ocurrió que era lo que más me apetecía hacer en mis últimos días de vida.
En realidad era una suerte saberlo porque podría aprovechar todos esos minutos de regalo que me quedaban en recordar los momentos felices y revivirlos, aunque fuese sola.

Ya casi estaba llegando, notaba la brisa marina, no sabía dónde me encontraba, pero era el Mediterráneo, inconfundible azul, un poco diferente al mar del norte que es un poco más oscuro, pero igual de bello, si no fuese por el mal tiempo.
Encontré un pequeño pueblecito, con casas blancas y preciosas flores adornando sus fachadas, un típico pueblo costero, pero , no se veía a nadie, no se oía nada, llegue hasta el mismo paseo marítimo con el coche, aparque sin problema  aunque tuve que apartar cuerpos y vehículos con gente que no tuvieron la misma suerte que yo, ellos no llegaron a la playa yo si llegaría, aún no sentía ni el hormigueo en las manos y los pies, aún me quedaban por lo menos horas, ya no contaba con días, me conformaba con seguir contando las horas, ¡qué ironía!.

Llegué a la misma orilla, me bajé del coche, cogí la bolsa con los bikinis y la toalla y me dirigí a la playa. Hacía un día espléndido era perfecto para morir y para vivir, comencé a desnudarme, para ponerme el bikini, cuando caí en la cuenta, que bobada, si no me veía nadie, así que lo dejé a un lado.
Me senté frente al mar, entonces vi lo que me rodeaba, grupos de cuerpos que habían tenido el mismo último deseo que yo, el sol, mirar el mar y sentir la brisa en la cara y el cuerpo, respirar hondo y dejarse ir...

De pronto algo me asustó, un perro se estaba acercando a mí, un precioso perro color canela que me miraba como diciendo me quedo contigo, no hay nadie más y se sentó a mi lado, le acaricié detrás de las orejas y se tumbó en mi toalla, soltando una especie de suspiro, como si hubiese llegado a casa, movió la cola un par de veces y se quedó dormido muy tranquilo.

Miré a mi alrededor no se movía nadie, no había duda, estaba yo sola con mi perro.
Decidí despertarlo, no podíamos perder tiempo durmiendo, había que hacer muchas cosas más, aunque no se me ocurría que hacer, primero un baño, recordaba lo que me contaba mi amor de los baños en el mar, en su mar, de sus paseos por la playa y del sol. No quería pensar en él, no quería pensar en nadie, casi estaba enfadada con todos ellos por haberme dejado sola.

Nos levantamos, el perro era consciente también de que no había que perder el tiempo y me siguió o era por no quedarse solo, creo que se sentía como yo así que nos dimos un baño saltamos las olas, me reí como hacía un mes más o menos que no me reía, salimos del agua y nos secamos al sol, era delicioso sentir la brisa recorriéndome en cuerpo, esa brisa templada y suave que me acariciaba, dándome el calor que tanto añoraba.

El  perro levantó las orejas y se irguió oteando el horizonte, algo se movía al fondo, una sombra negra como la noche se estaba acercando a nosotros, el perro al cual aún no le había puesto nombre comenzó a ladrar, me levanté para ver qué era y no salía de mi asombro, era un perfecto corcel negro como la noche. Era  precioso, parecía una de esas fotografías de un corcel corriendo por la playa que tantas veces veía en internet, pero este era de verdad, era igualito a Plutón , el caballo de mi amor, que corriendo como el viento se acercaba a nosotros, no venía solo, en su lomo un jinete que gritaba y gritaba moviendo sus manos. Nosotros comenzamos a saltar y a llamar su atención ya éramos dos seres humanos en aquel paraíso, los  gritos de júbilo se oían por toda la playa mientras se terminaba de acercar y de un salto bajo del hermoso corcel, nos abrazamos como si fuese el último abrazo del mundo y quizás lo fuese, nos mirábamos, nos volvimos a abrazar así un buen rato, no nos lo podíamos creer nos tocábamos las manos  y las caras, nunca fue tan importante el contacto con otro humano, algo que no le dábamos la más mínima importancia se había convertido en lo más deseado del mundo, ver otra cara, otros ojos, oír otra voz… una risa que no fuese la mía como hace un ratito, tocar un cuerpo caliente de un ser humano y sentir la calidez de sus miradas y de sus manos al contacto con la piel, eso y el sol, ya no quedaban más cosas por hacer en mi lista, y en la de él tampoco, así que nos sentamos a ver el atardecer, a recrearnos en su belleza, el uno abrazado al otro, quizás ese fuese el último que viésemos pero ..... 

De momento el sol se ocultaba y estaba hermoso más hermoso de lo que lo había visto jamás… y él estaba a mi lado, caliente, vivo, respirando… Eso era lo único que importaba en ese momento… Mañana ya pensaríamos qué hacer, si había un mañana.

17 comentarios:

  1. ¡Qué bello relato y romántico, Isabelle!. Sin duda un regalazo para este día de los enamorados, además de que está sólidamente construido y nos dejas la sorpresa para el final (como está mandado) con lo cual, la felicidad es completa.
    ¡Felicidades, me encantó!

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  2. Perfecto relato para este día. Muy bien pensado, bien construido, escrito sin demasiadas afectaciones pasionales, dada la situación en la que se encuentran y la lógica exaltación de la compañía de un ser humano. Resulta exultante!!! Un canto a la vida y a la cotidianeidad que tan poco es apreciada.
    Enhorabuena, Isabelle. Es uno de los mejores relatos que te he leído. No sé si el mejor. Y cuando acabe de leer todos me pronunciaré sobre si es el mejor, de momento es el que más me ha gustado.

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  3. Sí señora, carpe diem y ya veremos que nos depara el mañana... si lo hay. Enhorabuena por el relato. Bravo.

    Un abrazo.

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  4. ¡Fantastico! muy sutilmente eliminas la posibilidad de que sean inmunes al virus, dejando así, un final abierto. Evitando narrar lo tragico de la muerte.

    Enhorauena, me ha gustado mucho.
    Un abrazo.

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  5. Es extraordinario. Me ha emocionado y todo. Con tantos muertos en los cuentos anteriores ya era hora de algo de esperanza. Además, pone de manifiesto cuanta falta nos hacen los seres humanos, todos, y que solo notamos cuando han desaparecido.

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  6. El Último calor... fantástico para este día que tanto nos señalan los medios de comunicación para que consumamos. jaaajjaaj

    Un abrazo.

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  7. Pensándolo bien es muy bueno. Ha sido fantástico que coincida su publicación con el día de los enamorados, justo porque este sería el mejor regalo para cualquiera.

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  8. Es muy bonito, y un total acierto que coincidiera la publicación con el dia de los enamorados.
    Isabelle muchas felicidades porque cada relato tuyo me gusta más que el anterior.
    Promete esta guapa y misteriosa muchacha.

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  9. hola, una situación relamante bien enfocada y mejor resuelta,de veras.
    Un placer leerla.

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  10. Tierno, romántico... me ha gustado mucho el realto. Es una buena aportación.

    Un beso!

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  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  12. Coincido con todo lo dicho anteriormente. Es un bello relato lleno en primer lugar de una resignación absoluta y adoptada como normal. Es decir, en primer lugar, una asunción y después, algo tan trivial como lo que todo el mundo quiere y en un minuto se transforma en una alegría sin parangón por una simpleza tan habitual y diaria, pero tan increíble en ese lugar.
    Natura! A saltar, a saltar, a correr y a abrazar, todo a un tiempo.
    Te felicito, Isabelle, es un relato muy bueno.

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  13. Hola, José, gracias por tu comentario.
    Quisiera leerte, pero solo paso a saludarte, lo haré cuando esté con algo de calefacción, estoy a 4º de temperatura, y ya no aguanto más este frío.
    Te dejo un beso
    Sor. Cecilia

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  14. Soy Esmeralda Medina y quería dejar un comentario pero no me deja publicar nada porque no tengo cuenta en google, así que le pedí a Isabel que me lo transcribiera.
    Me ha gustado mucho. Los he leído todos aunque no haya dejado comentarios aún. Tendré que hacerme una cuenta en google, puf! qué rabia! pero este de momento es el que más me ha gustado. Esperanzador y romántico. Así no importa tanto la Muerte Dulce. Gracias por tu aportación, Isabelle.
    Un saludo a todos los que habéis participado y un gracias a José Vicente por haber tomado esta iniciativa.

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  15. Hola, ya he vuelto, se solucionaron los problemas de conexión y de frío.
    Un buen relato entre medio de muerte y vida, La esperanza, tendremos que esperar a ver que sucede mañana. HABRÁ UN NUEVO DÍA DE SOL APARA ESOS TRES SUPERVIVIENTES?
    UN ABRAZO
    SOR.CECILIA

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  16. A mi parecer, creo que de esos "tres supervivientes" solo se salvará el caballo negro, dado que en el escrito se deja entre ver, que tanto a la mujer como al hombre, tarde o temprano les llegará la muerte dulce, a la vista de que los únicos "supervivientes", es decir, personas inmunes a el virus, son los personajes del relato "la profecia maya" y suponiendo que de no ser asi, se habria violado una de las pocas normas del blog y no creo que esa fuese la intención de la autora de este relato. Aun así, la espectativa de un final abierto, dotando de esperanza a los personajes, me parece fabulosa.

    Un abrazo.

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  17. ¡¡¡Precioso!!!

    José Vicente, se está construyendo una hermosa historia ¿verdad? ¡has tenido una idea genial, te felicito

    dos abrazos

    pd. no me actualizaba el reader y tengo mucho atraso, poco a poco te alcanzo ;)

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